clinica-cta-testimonios-min

Testimonios y Opiniones de nuestros pacientes con Anorexia

Conoce a Paula, nuestra paciente y su testimonio de Anorexia

Entrevistamos a Paula, nuestra ya ex paciente de la Clínica puesto que a día de hoy puede afirmar con su testimonio que orgullosamente que ha superado la Anorexia Nerviosa.

¡Paula está actualmente estudiando magisterio infantil, un sueño que tuvo que pausar pero que lo acaba de retomar con mucha ilusión y el doble de ganas! ?

Puedes leer su historia de superación de la Anorexia nerviosa en nuestro blog.

Conoce el testimonio real de «T». Nuestra paciente con Anorexia

Hola! Mi nombre es T, y me han animado desde la Clínica a compartir con vosotros mi testimonio de Anorexia. Todo empezó cuando tenía 13 años. Era muy perfeccionista, exigente conmigo misma, reservada y egoísta para muchas cosas. Aun así tenía amigos. Estuve bajo tratamiento en la Clínica CTA y mis padres y yo aprendimos muchas cosas, entre ellas a comunicarnos entre nosotros, a quererme, a disfrutar, valorar mí alrededor, y a comer. Me dieron el alta, pero sobre los 16 años caí con Bulimia esta vez. Fué muy duro volver a aceptar que tenía otro trastorno alimentario. Sin darme cuenta volví a usar la comida como vía de escape a mis problemas y frustraciones, exigencias con los estudios, el selectivo, y ahora con ganas de salir y pasarlo bien. Me costó aceptar que tenía Bulimia, pero lo hice y me centré en curarme dejando de lado los estudios universitarios. Aquí aprendí a ponerme límites, a elegir, a escucharme, a quererme y a ser feliz. Mis padres también continuaron aprendiendo. Aprendí a quererme viéndome en el espejo, a verme cada día y gustarme. Esto último fue lo más difícil.
Me fui de allí porque me iba de Erasmus, luego volví otra vez porque aun necesitaba mas ayuda en algunas cosas como en el tema de la imagen corporal. Dejé el tratamiento de Bulimia cuando realmente me sentía muy bien conmigo misma, que no fue con mi peso “ideal”. ¿Porque me fui sin un peso “ideal”? Porque llegó un momento en que no necesitaba ningún peso para ser feliz, sólo un peso sano, y me había llevado ya todo lo que quería de la Clínica CTA, el peso ideal pasó a otro plano.
Entonces terminé enfermería, y me vine a Londres. Aquí a buscarme la vida para conseguir ser matrona.
Tuve algunas recaídas…y tenía muy claro volverme a Valencia si veía que iba a mas. Pero no fue así, no hubo ni un solo día en el que no me levantara pensando “hoy va a ser un buen día” y un nuevo día pasaba en el que me esforzaba por estar bien y usaba todas las estrategias que había aprendido con el equipo de CTA. Cada día me felicitaba por haberlo hecho bien, o incluso por haberlo intentado. Quería estar aquí y quería estar bien, ese era mi principal objetivo. Entré en la universidad y termine matrona en febrero del 2012. Y estoy muy orgullosa de ello. Tengo ansiedad, estrés, días malos, inseguridades, a veces estoy triste, me siento sola, o no me gusto, pero intento sobrellevarlo, como todo el mundo. Pero la mayoría de veces estoy feliz, me quiero, me cuido, me valoro, y me esfuerzo todos y cada uno de los días por que siempre sea así.
Hay un camino, ¡seguidlo! Sólo queriendo se puede llegar hasta el final. Las recaídas son simplemente paradas que te hacen aprender para seguir adelante. El sentimiento final cuando el trastorno alimentario no te domina, es impresionante. Hay que esforzarse pero merece la pena. Además cabe decir que es un camino bonito, porque el conocerse es toda una aventura.
¡¡Mucho ánimo y espero que este testimonio de la Anorexia y Bulimia os haya servido!!
ESTÁIS EN LAS MEJORES MANOS.

Ayudamos a L.M.G, paciente con Anorexia


¿De qué me ha servido el tratamiento para curar la Anorexia?
Cuando entré aquí no tenía muy claro qué es lo que me pasaba, sabía que no estaba bien pero no me imaginaba todo el mundo que llevaba detrás. Empecé a entender este trastorno alimentario, a entender lo que era la Anorexia y a conocerme a mí. A saber las cosas que pasaban por mi cabeza y que tan mal me hacían sentir. Una vez lo entendí, pude empezar a mirarlo desde fuera, yo no quería estar allí, no quería eso, y lo supe desde el primer momento. No es nada fácil pasar por esto, cambiar mi vida de la noche a la mañana para pensar solo en mí. Pero se puede, hombre si se puede, claro que puedo. Saber que podía cambiar este mundo me gustaba mucho y me hacia tirar adelante. He aprendido un montón de cosas que no son solo para tratar la Anorexia, que me sirven en mi día a día, que me sirven para sentirme mejor, que me van a servir para siempre. Ha sido como un curso para entenderme y conocerme, porque nadie me conoce mejor que yo.

Saber que mi espalda no pesa y que las cosas se arreglan. Que la culpa no es mía pero tampoco es de nadie. Que puedo hacer lo que quiera. Que puedo encontrar lo que me gusta y hacerlo. Que puedo cambiar lo que no. Que pedir ayuda no me hace débil, sino persona. Que las cosas tienen el valor que yo les dé. Que soy yo y me gusta ser así. Que puedo utilizar todas mis cosas buenas para cambiar las que no me gustan tanto. Que me gusta cantar, bailar y gritar porque me hace disfrutar del momento. Que me gustan los abrazos. Que disfruto escuchando y aún más hablando. Que el sol me hace sonreír y sentirme calentita y que los días de lluvia me puedo tumbar con mi mantita y disfrutar oyendo llover. Que los pájaros también salen cuando llueve. Que hay un montón de cosas en el mundo que todavía no conozco y me encantaría aprender y buscar todas las curiosidades que me apetezca. Que aunque tropiece me levanto. Que me gusta que me digan que me quieren aunque me muera de vergüenza.
Que soy amiga. Que me gusta verme guapa. Que tengo una lista con todas las cosas buenas que tengo, y no son pocas.
Que visto así, me encanta todo lo que he aprendido, y que de aquí en adelante, nunca hacia detrás.

Conoce el testimonio de Anorexia de M.L.P


Tengo muchas ganas de curarme de este trastorno alimentario
No sé muy bien cómo empezó todo. Recuerdo que empecé a interesarme por el ejercicio y una alimentación sana, por cuidarme. Al principio bajaba al gimnasio 1 hora cada dos días e intentaba comer lo más saludable posible: evitar chocolate, bollería, fritos… con el tiempo las horas de gimnasio fueron aumentando y bajaba todos los días 1 hora como mínimo y eso me hacía sentir muy bien. Empecé a cenar solo ensaladas y algo de carne pero todo a la plancha, también empecé a suprimir el pan. Poco a poco, (no sé en qué momento exactamente) llegó el momento en que mi menú se resumía en: ensaladas (ya sin aceite), pechuga a la plancha, café, té, queso fresco desnatado, yogures desnatados y fruta.
Recuerdo que desayunaba bastante: un vaso de leche, tostadas y un trozo de bizcocho y pensaba que me lo podía permitir ya que durante el día apenas comía.
A la hora de comer, en la facultad, mi comida se basaba en: o una ensalada o un vaso de gazpacho con una fruta o un yogur. Al principio notaba que unas amigas se daban cuenta de que algo pasaba porque no era normal, pero yo siempre evitaba el tema diciendo que no me había llevado dinero, o que lo que había ese día de comer no me gustaba, tenía miedo de que supieran que algo no iba bien ya que yo lo sabía pero no quería que me agobiaran porque yo no tenía ninguna intención de parar, es más, cada vez me sentía mejor haciéndolo, incluso cuando comía pensaba: ¨que bien que voy a adelgazar¨, ¨ellas van a engordar¨, ¨ cómo no les puede importar lo que están comiendo…¨ Mis compañeras de la residencia también se dieron cuenta, ya que solo cenaba ensaladas o, en muchas ocasiones, solo una pieza de fruta, incluso ya me preguntaban si esa noche bajaría a cenar porque no lo daban ni por hecho. Empecé a examinar mi cuerpo cada noche antes y después de ducharme y me alegraba comprobar que estaba bajando de peso, veía huecos que antes no me notaba, y eso me gustaba, me sentía orgullosa.
Empecé a evitar las salidas a comer o cenar, y si salía me aseguraba de que fuéramos a un sitio donde pudiera pedirme una ensalada, y si no lo hacía, cuando llegaba intentaba vomitar, aunque sin mucho resultado, pero no me importaba ya que al día siguiente no comía nada. Yo sabía que algo no iba bien porque me di cuenta de que la mayor parte del tiempo pensaba en qué podía hacer en la siguiente ingesta para comer menos y que ya prácticamente solo me alimentaba de lechuga.
Me asusté cuando me dejó de bajar la regla y una vez que me salieron unos bultos en la ingle y el médico me dijo que eran los
ganglios que se me marcaban. Me asusté pero no quería parar, ya que yo no me veía ni mucho menos enferma, había visto muchas veces a gente anoréxica y yo no me veía así.
No recuerdo el momento en el que mi madre decidió llevarme al médico, realmente no accedí a ir por mí, sino por ella, porque la veía sufrir. Cuando me dieron el ultimátum de una semana antes de ingresarme. Me asusté muchísimo: pensé en mis padres, mis amigos, mis estudios….. y también me daba mucho miedo engordar, creo que incluso más que todo lo demás, aunque una parte de mí no me dejara reconocerlo. Empecé a comer más antes de las visitas al médico, pero luego seguía restringiendo hasta la próxima semana.
Poco a poco esas comidas de antes de la sesión se convirtieron en pequeños atracones. Me empecé a asustar cuando tenía delante una tableta de chocolate y sin darme cuenta me había comido la mitad, así que empecé a vomitar. Poco a poco los atracones fueron aumentando en cantidad y en variedad hasta que llegó un momento en que no hacía comidas normales. Me sentía fatal, con nada de autoestima, todo el día con culpabilidad, tristeza… me daba asco a mi misma y lo único que me calmaba momentáneamente ese sentimiento eran los atracones. Empecé a engordar y eso influyó mucho en cómo me veía. En casa todo eran peleas, discusiones con mi madre sobre todo, no había un día que no discutiéramos.
Al final mi madre decidió que viniera a la Clínica CTA y yo la verdad es que no puse resistencia ya que en el fondo me encontraba mal, no me reconocía, era una persona que no soportaba y no sabía cómo había llegado tan lejos cuando parecía que tenía el control. Empecé con unas pautas bastante reducidas ya que no toleraba casi nada (fuera de un atracón claro). Lo recuerdo como la peor época ya que unos días lo hacía bien pero al siguiente no; restringía, me daba atracones con frecuencia, vomitaba cada vez que me los daba…., y cada vez me sentía peor, más culpable, más débil, más antisocial…. Creo que todo empezó a mejorar cuando vine a hospital de día, los atracones se fueron, pero los pensamientos de restricción y el miedo a engordar aún siguen, mucho menos que antes, pero están. Ahora estoy bastante contenta, ya que sin darme cuenta realmente estoy comiendo casi de todo, no tengo tantos pensamientos de restricción, ni de culpa, mi imagen corporal va a días, pero no es tan mala como antes, e incluso hay días en los que me llego a ver bien. Estoy muy contenta porque ahora sé lo que es estar mejor y me ha ayudado a ver con claridad que lo de antes no era vida y que todo está en mi mano. Tengo muchas ganas de curarme, aunque sé que aún me queda trabajo y que este testimonio de anorexia aún no ha escrito sus últimas palabras.

Cuestionario de autoevaluación de Anorexia

Al contestar nuestro cuestionario de autoevaluación, podrá hacerse una idea de las situaciones a las que conlleva la Anorexia.

Si contesta a más de 5 de ellas de manera afirmativa, sería conveniente concertar una cita cuanto antes.

Recuerde que cuanto más rápida sea la intervención, más garantías de éxito se podrán proporcionar.

Diploma Enfoque Dietetico Nutricional en los TCA

¿Crees que puedes tener Anorexia?