Recuperación de un TCA, Hay luz al final del Túnel
Hoy en nuestro blog os traemos el testimonio de una de nuestras valientes pacientes de TCA que ha querido compartir con nosotr@s su testimonio, ¡Celia estamos orgullos@s de ti! 🙂
«Mi nombre es Celia, tengo 23 años y tengo un TCA (trastorno de conducta alimentaria). Más concretamente fui diagnosticada con anorexia nerviosa y una depresión.
Si me hubieran preguntado hace un año habría dicho: estoy emocionalmente bien, solamente no quiero o no sé hablar de lo que me ocurre.
En cambio a día de hoy, he logrado gracias a mi psicóloga y mi nutricionista, no solo ponerle nombre a mis emociones, sino también a hacérselas llegar a mis seres queridos.
La Somatización y los Trastornos de Conducta Alimentaria
Todo empezó, o mejor dicho, todo acabó para mí hace 2 años. La muerte de una de las personas más importantes de mi vida, desencadenó la famosa y tan poco hablada somatización. Muchos no sabréis qué significa, en cambio otros desgraciadamente la
tendréis más presente de lo que os gustaría. Pues bien, somatizar es la reacción que tiene el cuerpo a como te sientes por dentro, y esta puede llevar desde una caída del cabello, hasta incluso un sobrepeso, o como es en mi caso un infrapeso excesivo.
Honestamente, yo misma no era consciente del bucle negro en el que me estaba metiendo, tan solo quería dormir, y llorar. No tenía hambre, hasta el punto de ser incapaz de identificar cuando tenía apetito o incluso quedarme llena con tan solo un zumo.
Gracias a mi familia entré en la Clínica CTA. Y efectivamente estoy eternamente agradecida a ellos por tomar esta decisión, ya que no es fácil ver como tu hija se consume y no puedes hacer nada para evitarlo.
El primer día, me sentí abrumada no os voy a mentir, o incluso negacionista a estar allí; había una parte de mi que pedía auxilio y quería salir de esa oscuridad, pero mi yo más enferma tan solo quería volverse a la cama, y creía que nadie sería capaz de hacerme mejorar.
Empezaron las sesiones tanto terapéuticas como nutricionales. Y mi relación con ambas doctoras fue incrementando por suerte. Dicen que para una recuperación es primordial que haya buena conexión entre paciente y profesional, y por suerte en mi caso, esa conexión
existió desde el minuto uno.
Se me hacían duras las sesiones no voy a mentir, pasar de ser toda la vida una coraza, que no habla de sus sentimientos a tener que forzarte con una persona que acabas de conocer para cada día descubrir que había un nuevo hilo del que tirar, era frustrante.
Por la parte nutricional tampoco fue nada fácil, primero porque no es ameno desnudarte y que te pesen semanalmente, especialmente cuando tienes odio hacia tu persona. Tampoco es fácil aprender a dominar los miedos a ciertos alimentos o incluir pautas de comida donde eres la única persona que no puede decidir. Te quitan tu independencia efectivamente, pero para devolvértela más reforzada que nunca.
Poner tu Trastorno de Conducta Alimentaria en manos de profesionales
Yo he aprendido que para recuperarse hay que tener determinados pilares que son esenciales. En primer lugar ponerse en manos de profesionales.
En segundo lugar ser plenamente honesta no sólo contigo, sino también con tus amigos y familia, porque habrá días en los que tú no puedas dar más de tí y gracias a ellos podrás cumplir tu pauta, o el deber que la psicóloga te haya mandado.
En tercer lugar, tener paciencia, es un proceso muy largo y las prisas no ayudan. Y por último, tener comunicación constante con tus médicos y tener mucha mucha fuerza de voluntad y ganas de recuperarse. Al final, los demás pueden hacer mucho por ti, pero si no tomas tú misma la decisión, no hay nada que hacer.
A día de hoy lo cuento tranquila, pero no puedo evitar que se me mueva todo por dentro cuando digo esto: Mi vida ha estado al límite y a punto de acabarse. Y no exagero, he pasado horas en urgencias, me he desmayado por la calle, he tenido ataques de pánico en pleno suelo, me he hecho análisis eternos. He tenido frío en verano, dismorfia corporal, se me ha caído el cabello, me ha crecido vello corporal y lo más importante de todo, he tenido amenorrea, mis ovarios disminuyeron hasta el punto de no poder tener hijos en un futuro, o
incluso un posible futuro cáncer.
Cuando decidí empezar la recuperación, lo hice acompañada de un largo listado de medicamentos, para la ansiedad, para la depresión, para abrir el apetito, para dormirme, e incluso hormonas para el cuerpo para poder solucionar mis problemas reproductivos. En
resumen, mi botiquín era incluso más grande que mis maletas cada vez que me iba de viaje.
Y hablando de viajes, el riesgo era tan elevado que estuve durante meses sin salir de casa, casi un año, porque hasta caminar me hacía bajar de peso.
A día de hoy pienso en todo esto y me entran ganas de llorar, el pensar en como no veía final a todo y en todo el camino que he avanzado.
Estoy orgullosa de la persona que he conseguido ser, y de sentirme mucho mejor. Estoy agradecida a todas las personas que han estado a mi lado, a mis padres, mi hermana y mi novio que se han llevado la peor parte, y a mis doctoras por hacerme sentir en todo momento, fuerte, especial y valiente. Porque he aprendido que las cosas se luchan y lo importante que es hablar a tiempo de lo que una tiene por dentro, porque es una bomba de relojería y nunca se sabe cómo puede acabar.
Los que estáis sufriendo un TCA, pedid ayuda
A todas aquellas personas que estén pasando por algo parecido, solo quiero decirles, que aunque puedan pensar que sí, nada de esto merece la pena. Que lo que vale es la recuperación, que se es mucho más feliz sana, que nada es tan malo como sus cabezas les dice que puede llegar a ser. Y que la felicidad te la da la vida, las experiencias y la gente que te rodea, no un cuerpo, ni la sociedad. Hablad, hasta el punto que no se os quede nada en el tintero, nunca se habla lo suficiente de uno mismo. No hay nada de malo en ir al psicólogo, no estamos locos. Mejor atendida y viva, que consumida por un TCA. Yo por mi parte, seguiré trabajando con mi psicóloga hasta conseguir ese alta que tanto ansío.
A día de hoy, con mi alta nutricional en la mano puedo decir que la vida es preciosa, y aunque la nube que tenemos en la cabeza no nos permite ver, merece la pena vivirla. Rodeaos de esas personas que os recuerdan diariamente cuántas flores tenéis a vuestro alrededor y no de aquellos que os recuerdan diariamente los defectos.
Y por si algún día necesitas escucharlo, mi poema favorito dice:
Mira tu cuerpo,
no hay hogar como tú.
Todo lo que necesito existe ya en mí,
gracias»
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