RECOMENDACIONES EN ALIMENTACIÓN INFANTIL
En los últimos años están cambiando las recomendaciones en alimentación infantil, afortunadamente, para mejor.
A pesar de la información disponible en la actualidad entorno a la crianza en general (libros, revistas o artículos con mayor o menor rigor científico, programas de televisión, podcast…) lo cierto es que a la hora de criar a nuestros hijos las dudas sobre cómo abordar ésta o aquella situación son constantes. Quien más quien menos, se enfrenta a la paternidad/maternidad “en pañales”. Aunque al final tiene que ser uno el que se maneje o tome una determinada decisión de cómo hacer las cosas en un momento concreto (porque ninguna situación es exactamente igual a otra), los métodos, pautas, consejos, propuestas… procedentes de los profesionales guían, apoyan o confirman cuando los papás/mamás se sienten perdidos.
Y en el ámbito de la comida, muy especialmente. La alimentación infantil no ha sido en absoluto una “María” de la paternidad/maternidad. Desde la lactancia materna, llena de mitos, pasando por la alimentación complementaria (socorrooooo!!) hasta el año, y luego cuando cumplen 2, 3, 4… el consejo de los expertos se recibe como agua de Mayo.
¿Cuáles son las recomendaciones en alimentación infantil en la actualidad? Como decíamos, muchas cosas están cambiando. Más que cambiando, en algunos casos, se está luchando por hacer llegar una información de calidad a la población que por diversos motivos no está llegando o que la población es todavía reacia a aceptar.
A nivel muy general podríamos contar lo siguiente:
Vuelve a promocionarse con insistencia la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, como recomienda la OMS, especialmente desde las nuevas generaciones de profesionales sanitarios que se apoyan en la evidencia científica.
También se anima a la lactancia materna prolongada (mantener el amamantamiento en niños mayores de 1 año). Aunque, por una cuestión cultural, existen todavía muchos prejuicios al respecto (sobre todo cuando se trata de niños por encima de los 2-3 años), cada vez más familias se deciden a romper barreras. Los beneficios de la lactancia materna hasta que la mamá y el niño lo decidan, tanto para ellas como para los bebés, son incuestionables.
A partir de los 6 meses se inicia la alimentación complementaria, proceso que comienza cuando la leche materna por sí sola ya no es suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales del lactante, y por tanto se necesitan otros alimentos y líquidos (OMS). Hasta aquí todos de acuerdo.
La cosa se complica cuando las mamás descubren que, en función del centro de salud, las pautas cambian considerablemente. Esto genera bastante confusión. Pero es más, la alimentación complementaria tradicional, en la que se incorporan en la dieta del bebé papillas progresivamente más variadas y más consistentes siguiendo un calendario, está dando paso al BLW (Baby Led-Weaning o Alimentación complementaria dirigida por el bebé).
El BLW es un método que consiste en ofrecerle al bebé comida sin triturar, de texturas y tamaños adecuados para que el pequeño progresivamente y por su propia iniciativa, vaya probando cada alimento. Plantea la alimentación complementaria de manera respetuosa y dejando que el bebé decida por sí mismo qué llevarse a la boca, respetando sus tiempos. Muchos pediatras empiezan a promover esta práctica, que está siendo bastante bien acogida pero que le queda mucho por recorrer en España
Con respecto a la alimentación en la etapa infantil y juvenil, por un lado se está alertando de la cantidad de productos dirigidos específicamente al público infantil, algunos incluso percibidos como saludables, cuyos perfiles nutricionales dejan mucho que desear (batidos, cereales infantiles, bollería…) y se trata de promover entre los pequeños la ingesta de productos saludables como los que podría tomar cualquier adulto sano.
Por otro lado, se está haciendo una llamada al respeto por las sensaciones de hambre y saciedad de los niños, y por sus apetencias (dentro de un contexto de alimentación saludable). Dejar de obligar a comer, amenazar o castigar por haber comido mucho o poco, esto o aquello. Los estudios ponen de manifiesto que estas conductas desencadenan aversiones alimentarias y trastornos alimentarios. Un reto bastante importante en una sociedad en la que, por ejemplo, se premia a los niños cuando “comen tan bien” que dejan el plato limpio (ojo! a partir de ahí el niño ya deja de guiarse por sus sensaciones reales y come para conseguir la aprobación de sus seres queridos).
Al igual que en materia educativa están apareciendo nuevas corrientes distintas del sistema tradicional de enseñanza, estos cambios referidos a la alimentación infantil traen frescas propuesta fruto de la unión de la psicología y la nutrición (psccinutrición). Debemos estar abiertos a ellas, tienen mucho bueno que ofrecer.
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